Una recomendación indispensable en medicina estética
El protector solar ya no es solo una recomendación para los días de playa. En el contexto clínico y estético, su uso diario y constante es considerado un pilar fundamental en la prevención, el tratamiento y el mantenimiento de la salud cutánea.
¿Por qué insistir tanto en el fotoprotector?
Desde el punto de vista dermatológico, la radiación ultravioleta (UV) es uno de los principales factores extrínsecos responsables del fotoenvejecimiento prematuro, las hiperpigmentaciones, la inflamación crónica, y en casos más graves, el cáncer de piel. Incluso la luz visible (especialmente la luz azul de pantallas o lámparas LED) y la radiación infrarroja pueden desencadenar estrés oxidativo, alteraciones pigmentarias y empeorar cuadros inflamatorios como el melasma o el acné.
Esto convierte al protector solar en un activo terapéutico y preventivo, especialmente en pacientes que realizan procedimientos médico-estéticos como láser, peelings químicos, microneedling o uso de retinoides.
Beneficios clínicos del protector solar en la rutina diaria
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Prevención del fotoenvejecimiento:
Reduce significativamente la formación de arrugas, flacidez y manchas provocadas por la radiación UV. -
Potenciación de resultados estéticos:
Protege la piel post-procedimiento, evitando hiperpigmentaciones postinflamatorias y promoviendo una mejor regeneración. -
Prevención oncológica:
Su uso regular se asocia a una menor incidencia de lesiones precancerosas y cáncer cutáneo no melanoma. -
Tratamiento de patologías pigmentarias:
En pacientes con melasma, lentigos solares o hiperpigmentación postinflamatoria, el fotoprotector es tan relevante como el despigmentante.
¿Cuál es el fotoprotector ideal?
Para uso diario, se recomienda un protector solar:
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De amplio espectro (UVA, UVB, luz visible e infrarroja)
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Con FPS 40 como mínimo
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Adaptado al tipo de piel y a la exposición esperada (urbana, deportiva, profesional, etc.)
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Con texturas agradables que faciliten la adherencia (gel, fluido, toque seco, con color, etc.)
En pieles con afecciones específicas (acné, rosácea, melasma), es ideal optar por fórmulas no comedogénicas, con antioxidantes, pigmentos minerales o filtros físicos, según corresponda.
Recomendaciones prácticas para el paciente
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Aplicar como último paso de la rutina matutina (después del hidratante y antes del maquillaje).
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Utilizar una cantidad suficiente: aproximadamente 1/2 cucharadita para rostro, cuello y orejas.
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Reaplicar cada 2 a 3 horas si hay exposición solar directa, sudor o contacto con agua.
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Usar a diario, incluso en días nublados, en interiores o frente a pantallas.
El rol del profesional estético
Como profesional, usted cumple un papel central en educar al paciente sobre el uso consistente del fotoprotector. Una adecuada indicación personalizada y una explicación clara de sus beneficios no solo aumentan la adherencia, sino que también fortalecen la confianza del paciente en el tratamiento integral.
Conclusión
Incluir el protector solar en cada rutina de cuidado facial no es una opción estética: es una necesidad médica. Es una herramienta de prevención, una barrera de protección y un aliado terapéutico que potencia los resultados clínicos y protege la inversión del paciente en su salud cutánea.